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¡Hipócrita! echa primero la viga de tu ojo, y entonces mirarás en echar la mota del ojo de tu hermano.

No deis lo santo á los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos; porque no las rehuellen con sus pies, y vuelvan y os despedacen.

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

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